Piadosa Madre, protectora de todos los que sufren y de quienes se purifican para participar en el gozo celestial, escucha nuestras oraciones. Te encomendamos a nuestros hermanos ya fallecidos y a todas las benditas almas del purgatorio. Intercede ante tu Hijo Jesucristo nuestro Salvador, para que sea con ellos juez misericordioso y les perdone las culpas que en su fragilidad cometieron. Vela por quienes seguimos en este mundo y concédenos la gracia de amarte y honrarte para siempre para que tú nos guíes a tu Hijo y con Él participemos de la gloria eterna. Concédele Señor el descanso eterno a todas las benditas almas. Brille para ellas la luz perpetua. Por la misericordia de Dios descansen en paz todos nuestros hermanos difuntos. Amén.